La Navy
de Estados Unidos mantiene en el Mediterráneo Oriental cuatro barcos armados
con misiles de crucero, entre ellos el USS Mahan. La Royal Navy británica dispone de bases en Akrotirí y Dekelia, a 200
kilómetros de la costa siria. La tensión en Gibraltar permitió a buques
ingleses desplazarse al Mediterráneo. Más cerca de Siria está la base
estadounidense de Incirlik, en Turquía. El gobierno de Ankara ansía la
intervención internacional.
Varios aviones Ilyushin-62 rusos evacuan a sus
ciudadanos y a otros de los países vecinos. A su vez, una flota rusa navega
hacia Siria, único lugar del Mediterráneo donde dispone de un puerto: Tartús.
Irán ordenó al Hezbollah libanés que apoyase al
régimen sirio y también hay guardianes de la revolución, pasdarán engelab, combatiendo junto al Ejército de Damasco. Un
portavoz iraní, Abbas Araqchi, advierte que "las complicaciones y
consecuencias derivadas de tal acto no serán limitadas sólo al territorio
sirio. Tal acto encenderá todo el Medio Oriente". Mientras tanto, los
soldados españoles en Líbano están rodeados por el Hezbollah, el partido de Dios auspiciado por Teherán.
Washington sabe que Damasco no firmó la Convención
Internacional contra el uso de armas químicas, en 1993 pero también sabe que no
podrá conseguir ningún mandato de la ONU porque Moscú emplea su derecho al veto
para bloquear cualquier resolución en el Consejo de Seguridad. A lo que se suma
China.
Estados Unidos no va a iniciar una invasión
terrestre de Siria por ahora. El recuerdo de Iraq está fresco. Los sirios son
22 millones de habitantes. Los misiles y los drones harán el trabajo de
castigar, por el presunto empleo de armas químicas, al gobierno de Al Assad,
debilitándolo para favorecer a los insurrectos fundamentalistas.