31 agosto 2013

Pensando en Siria

La Navy de Estados Unidos mantiene en el Mediterráneo Oriental cuatro barcos armados con misiles de crucero, entre ellos el USS Mahan. La Royal Navy británica dispone de bases en Akrotirí y Dekelia, a 200 kilómetros de la costa siria. La tensión en Gibraltar permitió a buques ingleses desplazarse al Mediterráneo. Más cerca de Siria está la base estadounidense de Incirlik, en Turquía. El gobierno de Ankara ansía la intervención internacional.
Varios aviones Ilyushin-62 rusos evacuan a sus ciudadanos y a otros de los países vecinos. A su vez, una flota rusa navega hacia Siria, único lugar del Mediterráneo donde dispone de un puerto: Tartús.
Irán ordenó al Hezbollah libanés que apoyase al régimen sirio y también hay guardianes de la revolución, pasdarán engelab, combatiendo junto al Ejército de Damasco. Un portavoz iraní, Abbas Araqchi, advierte que "las complicaciones y consecuencias derivadas de tal acto no serán limitadas sólo al territorio sirio. Tal acto encenderá todo el Medio Oriente". Mientras tanto, los soldados españoles en Líbano están rodeados por el Hezbollah, el partido de Dios auspiciado por Teherán.
Washington sabe que Damasco no firmó la Convención Internacional contra el uso de armas químicas, en 1993 pero también sabe que no podrá conseguir ningún mandato de la ONU porque Moscú emplea su derecho al veto para bloquear cualquier resolución en el Consejo de Seguridad. A lo que se suma China.
Estados Unidos no va a iniciar una invasión terrestre de Siria por ahora. El recuerdo de Iraq está fresco. Los sirios son 22 millones de habitantes. Los misiles y los drones harán el trabajo de castigar, por el presunto empleo de armas químicas, al gobierno de Al Assad, debilitándolo para favorecer a los insurrectos fundamentalistas.
El nacionalismo árabe está en su otoño mientras la primavera es islámica.

Siria, el mal menor