06 febrero 2015

La sabiduría de Abdallah II

El rey jordano es sabio. A los congresistas norteamericanos les cita a Clint Eastwood. Ahorca a dos condenados a muerte e inicia ataques aéreos en los que participa. Su foto con el uniforme de piloto y paracaídas da la vuelta al mundo.

No es una operación de política exterior sino interior. Abdallah II, hace menos de cuatro años, recibió un comunicado, inusualmente duro, de treinta y seis jefes tribales jordanos criticándole por “crisis de autoridad” y de las intromisiones de la reina Rania, que es palestina. Los jefes la acusaban: "Está construyendo centros de poder para su interés que van contra lo que los jordanos y los hachemís han acordado en el gobierno. Es un peligro para la nación, la estructura del estado, la estructura política y la institución del trono".


Esas tribus son las más poderosas del país y el sostén de la monarquía Hachemí, frente a los jordanos de origen palestino, el 65% de los siete millones de habitantes del país.

No es fácil gobernar un país pobre, rodeado de ricos, con una fractura social y añoranzas de todo lo que pudo haber sido y la Historia y el imperio británico les negó a los hachemitas, los Banu Hashin, jerifes de la Meca.